It had been just eighteen days since our graduation from the Instituto Libertador. All the euphoria of endless exams, equations, and the promise of professional life dissolved into the cold, dry air of the barracks. Thirty of us, just graduated, were a number suspended by a thin thread: drafted immediately.
We had spent years memorizing Chilean and foreign wars, conflicts long buried under the dust of time. Now we stood on the ground, smelling sweat and old gunpowder, absorbing the heavy silence that followed our graduation, on the edge of something real, inevitable, and brutal. What good were advanced mathematics and physics if the fate of everyone depended on a general’s orders?
The corporal who greeted us was an exception. Honest. Direct. Possessing a rare humanity in that place.
—Guys, understand this once and for all: your whole group is considered cannon fodder — he said, without raising his voice. —That’s why the training is short: walks, runs, pure endurance. We’re not training you to win, just to last a little longer. And write heartfelt letters to your parents, to your girlfriends if you have one. Not for yourselves, but so something beautiful remains at home… because what comes next, no one knows.
His frankness struck deep. It was not a sermon. Not cheap fear. It was naked truth. I thought of my classmates — brilliant in physics, mathematics, and sciences — and of my cousins in the United States, equally talented young men just graduated, already being sent to Vietnam, some returning in coffins. I saw the parallels with brutal clarity: youth, discipline, promises, and the staggering fragility of everything when others make the decisions.
Years of education and collective effort suddenly seemed irrelevant. Life could throw something at us that erased everything in an instant. Though that conflict, which seemed inevitable, never erupted, the sensation of standing on the edge of the abyss stayed with us forever.
That was our first true lesson: real life does not always reward merit, intelligence, or effort. Sometimes, it all depends on luck. On politics. Or on the quiet intervention of a Pope who stopped what seemed like certain doom.
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Recién Graduados y ya Carne de Cañón
Era apenas dieciocho días después de nuestra graduación del Instituto Libertador. Toda la euforia de los últimos años —los exámenes interminables, las ecuaciones, la promesa de la vida profesional— se había disuelto en el aire frío y seco del cuartel. Treinta de nosotros, recién salidos de la academia, éramos solo un número suspendido de un hilo finísimo: reclutamiento forzoso e inmediato.72Please respect copyright.PENANARH685j8nsR
Habíamos pasado años memorizando guerras chilenas y extranjeras, conflictos remotos ya cubiertos por el polvo del tiempo. Ahora estábamos parados en la tierra, oliendo a sudor y pólvora vieja, escuchando el silencio pesado después de la graduación, al borde de algo real, inevitable y brutal. ¿De qué servirían las matemáticas y la física avanzada si el destino de todos dependía de la orden de un general?
El cabo que nos recibió era una excepción. Honesto. Directo. Con una humanidad rara en aquel lugar.
—Chicos, entiendan esto de una vez: todo su grupito es considerado carne de cañón —dijo, sin alzar la voz—. Por eso el entrenamiento es corto: caminatas, carreras, pura resistencia. No los entrenamos para ganar, sino para que aguanten un poco más. Y les digo una cosa: escriban cartas con sentimiento a sus padres, a sus novias si por ahí tienen alguna. No por ustedes, sino para que quede un recuerdo bonito en casa… porque lo que viene, no se sabe.
Su franqueza caló hondo. Era la verdad desnuda. Pensé en mis compañeros —brillantes en física, en matemáticas, en ciencias— y en mis primos en Estados Unidos, muchachos igual de talentosos que apenas se graduaban y ya estaban siendo enviados a Vietnam, algunos regresando en ataúdes de madera. Veía los paralelos con una claridad brutal: juventud, disciplina, promesas, y la tremenda fragilidad de todo cuando otros toman lasdecisiones.72Please respect copyright.PENANAjKTTXEupmQ
Años de educación y de esfuerzo colectivo parecían irrelevantes. La vida podía poner de golpe delante de nosotros algo que borrara todo en un instante. Aunque ese conflicto que parecía inevitable nunca estalló, la sensación de vivir al filo del abismo quedó con nosotros para siempre.72Please respect copyright.PENANAzXlX8zXnzf
Esa fue nuestra primera lección verdadera: la vida real no siempre recompensa el mérito, la inteligencia o el esfuerzo.72Please respect copyright.PENANAyLTuQP15qw
A veces, todo depende de la suerte.72Please respect copyright.PENANAxDUkUu4adX
De la política.72Please respect copyright.PENANACvTb5fxIYS
O de la mediación silenciosa de un Papa que detiene lo que parecía una fatalidad.
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